Nuestro país tiene, como dice la letra de una canción muy popular décadas atrás, "un mundo de sensaciones"...a la "sensación de inseguridad" inaugurada por el actual jefe de Gabinete cuando era ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, se suma ahora la "sensación de impunidad" que acaba de mencionar nuestra Presidente.
Y hay otras sensaciones, aún no explicitadas oficialmente, que acosan al argentino medio: la sensación del aumento inflacionario, la sensación de una incrementada corrupción estatal en diversos y variados niveles gubernamentales, la sensación de un crecimiento en el narcotráfico a nivel nacional...y, además, la sensación de que no vivimos en el país sensacional que nos pintan desde atriles varios, sino en un país "senza...sincerità", como diría un italiano.
En rigor, se podría decir que la sensación es una impresión que le llega a la persona a través de los sentidos, es una percepción interior que se recoge sensorialmente desde el exterior, es una impresión íntima de algo que uno capta desde afuera...uno es el receptor de algo que se produce fuera de uno, pero que hace que se lo incorpore a uno, consciente o inconscientemente, y que se lo "sienta".
En el lenguaje popular, se dice que algo es "sensacional" cuando es impactante, magnífico, espléndido, formidable, fantástico...si uno se detiene en esta última interpretación, se podría decir que todas las "sensaciones" detalladas antes son fantásticas, pues según el oficialismo pertenecen al mundo de la fantasía y no son reales, y si se regresa a la primera interpretación también se podría decir que son además impactantes, ya que impactan, golpean, chocan, repercuten en el argentino común, abrumándolo con preocupaciones diversas y acumulativas cuya sumatoria conduce a una penosa "sensación" de desvalimiento, de desamparo, de abandono del ciudadano por parte de quienes, por mandato popular, deberían ser los que velan por él, por su seguridad, por la punición de los culpables de delitos tanto comunes como económicos (en algunas esferas político-empresariales, estos últimos son ya casi más comunes que aquellos otros), por su bienestar, por su tranquilidad...en resumen, si en aquella canción el mundo de sensaciones es muy grato, en nuestra realidad es bastante ingrato, como lo era el corazón en aquella otra canción, italiana, llamada "Cuore ingrato", que cantaban nuestros abuelos. Ahora, como se dice popularmente, "andá a cantarle a Gardel" tus tristes y dolorosos temas tangueros, que tal vez superen a los gardelianos, áun a los más "bajoneadores".
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