lunes, 18 de julio de 2011

Misteriosa Buenos Aires

No es infrecuente que circunstancias ajenas entre sí se enhebren aleatoriamente conformando una hilación tan fortuita como sorprendente...uno suele recordar, tal vez excesivamente, aquella frase del punzante Oscar Wilde que dice que la naturaleza imita al arte, lo que podría ampliarse diciendo que la realidad imita a la ficción.

Una velada alusión del cantautor Fito Páez en su ditirambo periodístico contra la mitad del electorado porteño que votó por el candidato opositor que logró superar al presidencial, refiriéndose a la "no tan misteriosa Buenos Aires", nos remitió al libro "Misteriosa Buenos aires", de Manuel Mujica Lainez, y dentro de él a un par de cuentos de dicha obra, pues uno los relacionó a ambos con determinadas situaciones que el país está viviendo ahora, y que reflejan con mayor o menor nitidez momentos actualmente vigentes entre nosotros.

En el último de los relatos del libro, el personaje principal es una orgullosa anciana, ya inválida, que vive totalmente recluida en el espectacular "salón dorado" (tal el nombre del cuento) de su también espectacular mansión, desde donde ella sigue creyendo en su tradicional grandeza económica, ignorando que quienes se ocupan de cuidarla a ella no le están diciendo la "real" realidad, sino sólo un "relato" : si bien el salón dorado mantiene todas las pompas pasadas, el resto del palacete no es ya más que una ruina, es nada más que una ruinosa sombra de lo que antes fue...hay pues un emisor engañador, un destinatario engañado, una decadencia encubierta, un esplendor ya falso.

En otro de los relatos, "El ilustre amor", la protagonista, mujer soltera ya madura, exhibe públicamente una gran congoja por algo por lo que nunca ha sentido verdadero interés, ni antes ni en esos momentos, haciéndolo con el único objeto de que la vean apesadumbrarse por eso que anteriormente desconoció, por algo que jamás le preocupó antes...hay pues un mensaje engañoso, un receptor engañado, una prescindencia previa, un desvelo tardío e interesado.

En ambos relatos se deslizan patrañas enmascaradoras: en un caso el embuste, la mendacidad, como recurso para negar la verdad ; en el otro la simulación, el fingimiento, para crear una ficcional realidad sólo aparente...en ambos casos, un falseado artificio para urdir una ficticia irrealidad, escondida debajo de una mendaz verosimilitud...dos "realidades falsas" a las que se presenta como "realidades verdaderas", que en un caso se dice que lo son, y en el otro que lo han sido, alterando en los dos la verdad "verdadera".

Como en tantas otras ocasiones, Wilde acierta: la realidad imita a la ficción que el artista creó, y ésta llega a hacerse más verdadera que la fabulación sobre la cual se asienta, más verídica que la propia mentira que subyace.

Volviendo a Páez, a este Fito de hoy, el de la palabra intolerante y del insulto agresivo, uno prefiere aquel otro Fito, el que dice "no entiendo a veces por qué estamos / sin jamás poder establecer contactos", y que exclama que "como un documento inalterable / yo vengo a ofrecer mi corazón"... los contactos conciliadores se buscan a través del diálogo, no de monólogos irreconciliables, y el corazón ofrecido sirve para que no todo esté perdido...esto "no será fácil...no será simple", pero "debe haber forma de resucitar" y "poder establecer contactos", como afirma Fito en sus canciones.

Pablo Miquet

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