martes, 6 de septiembre de 2011

La construcción del relato


Demostrando un disciplinado y uniforme "relato", tanto el ministro del Interior como los ministros de Economía y de Trabajo, el jefe de Gabinete, el jefe de la bancada oficialista en la Cámara Baja ( y ex candidato a la gobernación santafesina), e incluso algún senador del oficialismo, coincidieron en "denunciar" maniobras desestabilizadoras y "destituyentes" (Carta Abierta dixit) de los "monopolios mediáticos hegemónicos corporativos" periodísticos, haciendo directa alusión a los diarios "La Nación" y "Clarín", considerándolos exponentes e instigadores del accionar de la oposición contra el oficialismo.
Como muletilla constante, los acusan de desinformar al pueblo, de publicar "mentiras"(sic) sobre el "modelo" gobernante, de exagerar los escasos (que no son tan pocos) errores del Gobierno, de resaltar los aciertos (que sí son pocos) de la oposición...en fin, de buscar por diversos caminos influir mendazmente en el pensamiento del pueblo argentino, distorsionando la información y alterando la realidad.
Es sorprendente que, sin embargo, esos mismos funcionarios no tengan en consideración que el oficialismo recurre a lo mismo, y con la misma intención, a través de los cada vez más numerosos medios de opinión impresos, radiales y televisivos de los que dispone, en los cuales el "modelo" realiza lo que él dice que los medios opositores hacen, haciéndolo él con un estilo y con un léxico que distan bastante de la corrección, y se acercan con frecuencia a la vulgaridad, e incluso a la grosería..
Y uno recuerda diversas situaciones que parecen anticipar a las actuales, algunas relativamente recientes, y otras bastante lejanas ya... entre las primeras, están las acusaciones que el Gobierno nacional hizo sobre maniobras fraudulentas en las cercanas elecciones provinciales chubutenses, donde hasta obligó a un recuento "voto a voto" (que al final le dio la victoria al candidato opositor...aunque éste, apenas elegido, cambió de bando... el Gobierno perdió la votación, pero ganó al gobernador...como para uno de los cuentos de Pago Chico del divertido Chamico)
Y uno piensa, ¿cómo, unos pueden cuestionar, en incluso sospechar de manejos electorales distorsivos, y otros ni siquiera pueden volcar opiniones ajenas periodísticamente?... ¿cuál es la finalidad del partido gobernante: desarticular las "corporaciones mediáticas", o acallar toda información cuando a él no le place que se difunda?
Y, entre los recuerdos más remotos, uno no puede olvidar el operativo contra la prensa no adicta al régimen durante el primer período peronista, que culminó, con llamas incluidas, en la expropiación del diario "La Prensa" y, más cercano a nosotros, el intento no peronista sino radical durante el gobierno de Raúl Alfonsín, cuando el ministro Troccoli acusó a una decena de periodistas (entre ellos a uno que firmaba con el seudónimo de Daniel Luppa), e incluso temporariamente se los detuvo, adjudicándoles intentos desestabilizadores, y hasta de amenazas de atentados contra establecimientos escolares.
El operativo oficial actual exhibe un sincronizado mecanismo hábilmente aceitado, y preanuncia tal vez un futuro conflictivo no muy lejano para quienes crean necesario y oportuno discrepar con el accionar gubernamental...entre tanta embestida focalizada, brillan sensatamente las palabras reflexivas del presidente de la Suprema Corte de Justicia, que dijo textualmente que "la verdad hay que comunicarla, sea cual fuere el efecto y se moleste quien se moleste ;la crítica favorece y fortalece el discurso público en una sociedad. Si nos critican, mejoramos; no debemos enojarnos por eso "
No es infrecuente que la intolerancia busque el amparo de las sombras para actuar: uno recuerda, en la Francia del siglo XVI, la sangrienta "Noche de San Bartolomé" que diezmó a los hugonotes protestantes... y en la Alemania rumbo al nacionalsocialismo, de la "Noche de los cristales rotos" destrozando las vidrieras de los judíos... y, entre nosotros, durante gobiernos militares, la "Noche de los bastones largos" contra universitarios, y la "Noche de los lápices" contra estudiantes aún adolescentes...en todos estos casos, la oscuridad como cómplice de la injusticia, las tinieblas embozando lo injustificable, la penumbra cubriendo lo arbitrario.
Y uno piensa ¿esta campaña, hecha a pleno sol (plagiando a René Clement), tan estructurada, tan programada, tan uniformemente proyectada, no estará planificada en base no a la violencia física como en los casos antes citados, pero sí en base al descrédito popular hacia los denominados "monopolios mediáticos hegemónicos corporativos", por eludir éstos el "relato" orquestado por el oficialismo?... ¿no será un prólogo de incursiones más efectivas que la palabra sobre aquellos diarios?
El ministro del Interior acusó expresamente a los dos diarios capitalinos de mayor tiraje de "tener una actitud que atenta contra la democracia" (sic)... seguramente el señor ministro ignora que George Orwell, autor de esa escalofriante novela de política-ficción que es "1984" dijo algo así como que si la libertad significa algo, ese algo es tener el derecho de decirles a los demás lo que ellos no quieren oír... o sea, lo que no aceptan escuchar, lo que se niegan a reconocer, lo que prefieren acallar...uno recuerda haber leído en "El miedo a la libertad", de Eric Fromm, que el hombre suele temer el hecho de disponer de su propia libertad, suele no animarse a ejercerla...en este caso puntual, como en tantos otros, se da algo diferente : es el gobernante el que teme a la libertad de pensamiento del gobernado, para lo cual trata de dificultar la libertad de de palabra a través de la información pública, y la libertad de acceso a ella por parte del ciudadano.
 Pablo Miquet

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