jueves, 9 de junio de 2011

Las muertes de Sábato

Transcurridas varias semanas desde la muerte de Ernesto Sábato, escritor nuestro internacionalmente reconocido ,que mereció elogios de grandes figuras de la literatura universal, ya mencionadas en una nota anterior, tales como Albert Camus, Graham Greene, Thomas Mann, Salvatore Quasimodo, Guido Piovene, José Saramago, Magris, más de uno de ellos ganadores del premio Nobel, sorprende, duele, e incluso indigna, el silencio gubernamental (apenas si hubo algunas mínimas menciones desde las distintas esferas de la cultura oficial) sobre su significancia en las letras nacionales, e inclusive en las extranjeras.

También en esas anteriores líneas se comentó la casi nula trascendencia que le dio al escritor fallecido el director de la Biblioteca Nacional durante una entrevista radial, a pocas horas de su muerte: sólo una mención a dos de sus novelas, nada sobre el resto de su obra, y una alusión a su encuentro con el "procesista" presidente Videla, en la cual Sábato estuvo acompañado de Jorge Luis Borges, del padre Castellani, y de Horacio Ratti, entonces presidente de la SADE, reunión en la cual pidieron por otros dos escritores argentinos: Haroldo Conti (en esos momentos secuestrado, y más tarde "desaparecido") y Antonio di Benedetto (en ese entonces encarcelado, y luego torturado, aunque no "desaparecido")... ese único encuentro, al comienzo del Proceso y antes de que se conocieran sus terribles alcances, no lo convierte a él, ni a sus acompañantes, en "colaboradores" de aquella dictadura militar, en "cómplices" de los crímenes de ese gobierno.

Uno piensa que, más que esa ocasional reunión con Videla, el factor que ocasionó el "ninguneo" del escritor fue el prólogo que él escribió para "Nunca Más", en el cual menciona las repudiables aberraciones a las que llegó ese gobierno militar, y las condena drásticamente (su hijo Mario, cineasta, comentó que "la cercanía del infierno" (sic) a la cual lo llevó su investigación en la CONADEP dejó en su padre huellas imborrables), también fustigó allí a la subversión, diciendo que "durante la década del ´70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda", agregando más adelante que "en nuestro país, a los delitos de los terroristas las fuerzas armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido (....) contando con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos", y casi al final dice que "se nos ha acusado de denunciar sólo parte de los hechos sangrientos que sufrió nuestra nación en los últimos tiempos, silenciando los que cometió el terrorismo que precedió a marzo de 1976,(....)por lo contrario, nuestra Comisión ha repudiado siempre aquel terror, y lo repetimos una vez más en estas páginas"

Estos conceptos de Sábato, como vocero del resto de la Comisión investigadora (integrada entre otros por la periodista Magdalena Ruíz Guiñazú, el doctor Hilario Fernández Long, el científico Gregorio Klimovsky, el rabino Marshall Meyer, el obispo Jaime de Nevares) fueron en parte modificados, y no por Sábato, en la última reimpresión del libro eliminando, y supuestamente con el aval oficial, aquellas alusiones a la subversión que no coinciden con algunos criterios revisionistas de ese trágico período de nuestra historia...y uno piensa: si se denomina "plagio" al hecho de copiar la obra de otra persona, ¿qué neologismo sería necesario crear para designar a ese otro hecho, tan repudiable como en otro, de alterar lo que otra persona ha escrito?

Tal vez en esto resida el "olvido" gubernamental de Sábato, a causa de su rectitud y su ecuanimidad en la evaluación de la realidad de esa época, lo que quizás lo transformó en una especie de "fundador" de la para algunos inadmisible teoría de "los dos demonios", que para otros tantos sí es admisible... se opte por una o por otra, la opinión de Sábato está más allá de la controversia, y es equidistante, objetiva, y honesta.

Entre nosotros, no son novedad estos ostracismos internos, estos exilios dentro del propio país: Borges, antiperonista, fue combatido y humillado por el peronismo; Leopolodo Marechal, peronista, fue despreciado y negado por el antiperonismo... en ambos casos, escritores sublimes para los cuales el rencor pudo más que la justa valoración... ¿estaremos frente a otra repetición de esas irracionales posturas, donde la sinrazón se impone sobre el raciocinio, y la inquina sobre el discernimiento?
Pablo Miquet

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