sábado, 18 de junio de 2011

Prejuicios que duelen

Desde la voz cantante, aunque para uno la menos venerable, de las heroicas y tesoneras Madres de Plaza de Mayo surge una vez más un descomedido despropósito que, tal vez inconscientemente, intenta empañar la límpida trayectoria de esa agrupación, que justamente se agrupó silenciosa e itinerantemente para girar sin parar, como en torno a una imaginaria noria que busca una verdad subterránea, alrededor de nuestra histórica pirámide.

Ahora, lo hizo exclamando, luego del infausto suceso que actualmente implica, y salpica indirectamente, a las Madres, diciendo que "las Madres hemos seguido el camino de los hijos. Y nuestros hijos sabían qué significaba la ética, la solidaridad, la igualdad, el amor, la comprensión, el compañerismo. Eran de nuestra clase. Las otras clases sociales hacen esto que hacen: le ponés la mano y te la comen"

Y uno piensa, ¿se vuelve al ya perimido planteo de las clases sociales, enfrentando a sus supuestos integrantes?...si es por eso, en la actualidad el pasaje de una "clase" a otra, en especial en el plano socio-económico, se da cada vez con mayor frecuencia, y con mayor insolencia con respecto al hombre común y honrado, en particular en el caso de esa "nueva clase" enriquecida turbiamente por "arreglos" político-empresariales.

Y, prosiguiendo, si la señora tiene esos prejuicios sociales, ¿cómo eligió como nuevos "hijos" y como apoderados de su organización a representantes de una clase social muy acomodada, a la que ella tanto denigra?...y si los hijos desaparecidos sólo son de la "clase" social de ella, ¿cómo se explica la desaparición de tantas personas que, sin ser de su clase social,sino de "otras clases sociales" ( según sus propias palabras) se embarcaron en lo que el gobierno militar denominó "subversión armada"?

Muchas,y uno se anima a decir que todas las demás,Madres recurrieron a vías menos vocingleras y violentas para expresar su justo reclamo por la aparición de sus hijos "desaparecidos" en forma ilegal, desde la ya mítica "desaparecida" Azucena Villaflor hasta Nora Cortiñas (representante de las Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora),"Tati" Almeyda, la ya fallecida Darwina Gallichio, y tantas otras aún sobrevivientes que giran todos los jueves rodeando la Pirámide...todas ellas calladas, humildes, sin arrogancia, de bajo perfil, pero que sin hablar dicen ( y lo dijeron en los momentos más difíciles) mucho con ese sólo gesto, honrando mucho más al simbólico pañuelo blanco...casi no hablan, y cuando lo hacen, valga la paradoja, no se desmadran, es decir no salen del meritorio cauce que las contiene, no trocan la palabra adecuada por la expresión injuriante.

En un silencio oral, pero con un resonante clamor solamente gestual, marcan todavía, como lo marcaron antes, la ignominia acaecida, con un callado fervor y una silente memoria, con lo cual lograron que su grito silencioso resonara en el mundo entero...en cambio, la habitual vocera suele desbocarse, y descoloca con opiniones rechazables al resto de las Madres, pues sus declamaciones se expanden para no pocos sobre ellas todas.

Y uno recuerda su festejo por el ataque a las Torres Gemelas (que si humilló al "imperio" norteamericano también mató a alrededor de tres mil personas, muchas de ellas modestos empleados, no pocos latinoamericanos),su adhesión al terrorismo de la ETA y de las FARC (en ambos casos, con atentados cuyas víctimas fueron "daños colaterales" sin culpa alguna),su deseo de que el papa Juan Pablo II se calcinara en el Infierno, su acusación a la Corte Suprema de Justicia de ser "corrupta", y a sus integrantes de ser "turros", llegando a incitar a que, si fuese necesario, "tomemos la Corte para arrancarles la ley con la fuerza que tiene el pueblo"...en fin, más que una madre sufriente reclamando justicia se asemeja tal vez más a un quinto jinete del Apocalipsis.

En resumen, honor y gloria a las valerosas madres que reclamaron, y aún reclaman por un justo juicio y contra una "desaparición" injusta, y ya desde los tiempos difíciles para la protesta política, pero no respeto para alguien que no respeta ni a vivos ni a muertos, si no son de "su clase"...un pasado correcto, e incluso tal vez impecable, no es motivo suficiente como para justificar un presente pletórico de inquina, de irrefrenable vindicta, y de incitación a la violencia y la ilegalidad.

Duele comprobar como a veces una imagen digna de respeto se va deteriorando, y la corrosión del herrumbre va oxidando paulatinamente una superficie que antes fue tersa y brillante, y a la cual sucesivas alteraciones van alejando cada vez más del ícono inmarcesible que una vez pudo haber sido.

Siglos atrás, Savonarola, Giordano Bruno, Jan Huss, Jerónimo de Praga, y tantos otros inconformistas terminaron en la hoguera religiosa por sus opiniones contrarias al poder vigente...hoy, desde el poder y sus allegados nadie cuestiona siquiera aquellos comentarios plenos de violencia, y por lo contrario se condena a una simbólica hoguera cívica a quien se anime tan sólo a cuestionar aquellas manifestaciones de quien ha sido entronizada como una especie de deidad laica infalible e intocable.

Pero hay que evitar extender las críticas expuestas al resto de las Madres: así como según el refrán una golondrina no hace verano, los errores de una persona no implican que éstos deban expandirse sobre el resto de esa encomiable agrupación.

Y uno recuerda una vez más un tema de César Isella, que adaptado podría decir que "todas las madres, todas" son un alegórico emblema a nivel mundial, y decir también que ese monumento actitudinal y no físico que ellas crearon girando en torno a ese otro monumento patrio concreto que es la Pirámide de Mayo no será deteriorado por ciertas actitudes personales, pues ellas no podrán erosionar las sólidas bases de algo que es ya un símbolo internacional, inmaterial e indestructible, de la resistencia pasiva.

Pablo Miquet

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