viernes, 17 de junio de 2011

Periodismo militante

En el ámbito del periodismo dedicado al ambiente político, "grosso modo", se lo podría a éste agrupar en dos grandes corrientes: la dedicada a informar desapasionada y equilibradamente los sucesos, y la dedicada a defender apasionada y enérgicamente al poder de turno, donde se puede incluir a su variante antagónica, aquella que, también como en este último caso por razones ideológicas o por razones monetarias, se dedica a denostar al poder de turno.

En estos momentos preelectorales las diferencias, y las diferenciaciones, entre ambas expresiones son intensas, y marcadamente enfrentadas, pero se hace evidente una notoria desemejanza: el primer grupo enjuicia críticamente a los personajes que actúan en la esfera política, pero por un cierto "esprit de corps" respetan a sus colegas que expresan opiniones distintas a las de ellos, en tanto que los integrantes del segundo grupo ,autodenominado como "periodismo militante" (y su versión especular - por ser su espejo invertido - que igualmente especula - para sacar algún provecho - "militando" desde la "contra") no se limita a criticar (ensalzando o denigrando, según el caso) a aquellos personajes políticos, sino que también lo hacen con un feroz canibalismo ( pues son de su mismo grupo) descalificando a sus pares, a aquellos colegas suyos que no coinciden con ellos, para lo cual recurren incluso a la injuria personal y al brulote insultante...más que ser un periodismo "militante", es un periodismo "descalificante" para todo aquello que no se adapte a lo que ellos, por convicción o por remuneración, defienden.

En el plano político, por citar un ejemplo, acusan a la "oposición" de alianzas oportunistas e irrelevantes, cuando el oficialismo lo hizo antes, a través de la "transversalización", y lo sigue haciendo ahora, trenzando alianzas con representantes políticos de corrientes a las cuales hasta no hace mucho denostaron ardientemente, en su afán de retener el poder.

Basta que aparezca un nuevo candidato (y en especial si significa un posible debilitamiento numérico en las encuestas) o una nueva alianza para que este "periodismo militante" comience tesoneramente un operativo arqueológico excavando archivos en la búsqueda de material "útil" para sus planteos, y planifique luego un operativo cuasi circense expresando descalificaciones supuestamente ocurrentes y sutilmente irónicas, que suelen resultar no sólo rebuscadas sino sobre todo francamente sarcásticas, pues destilan rencor y agresividad.

Así como ellos endiosan a figuras cuyos trasfondos a veces traen el cruel recuerdo de un Moloch amonita o de alguna atroz deidad azteca, también demonizan a otras, "opositoras", descendiéndolas a todos los círculos del Infierno dantesco, por el sólo hecho de haber osado discrepar con el aura sacramental que rodea al oficialismo...la prudente ecuanimidad y el racional discernimiento no son sus fuertes, y sí lo son la descontrolada desmesura y el obnubilado empecinamiento.

Esta última opinión no es fruto de una circunstancial aproximación a este tipo de periodismo, sino un habitual contacto con él a través de la TV pública "gubernamental", a la que uno también frecuenta...uno puede coincidir o no con ese periodismo al cual el "militante" denomina despectivamente como de la "corpo" mediática, pero es él el que permite al radioescucha y al televidente escuchar "todas las voces, todas" como dice el tema de César Isella, en tanto que desde el otro, el de el periodismo "descalificante" oficialista, sólo se oyen las voces que han pasado el " test" de militancia, salvo algún caso excepcional que se da cuando algún entrevistado ha sido invitado nada más que para descolocarlo y para arremeter contra él, priorizando la agresión socarrona por encima de la opinión personal del invitado.

Como conclusión, se puede pensar que este periodismo confesadamente "militante" desconoce esa afirmación de José Luis de Imaz, al decir que la verdad se sugiere, y no se impone... ya bastante dolor y sangre se nos ha causado a los argentinos en base al refrán de que la ley por fuerza entra, pues la razón se impone por la fuerza.

Pablo Miquet

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